El frío ya se instaló, y no hay nada más lindo que combatirlo con algo calentito y delicioso. La sopa de cebollas es una de mis favoritas.
¿Vos la conoces?, ¿la has probado?
Si no es así, por favor, no dejes de hacer ésta receta.
El frío ya se instaló, y no hay nada más lindo que combatirlo con algo calentito y delicioso. La sopa de cebollas es una de mis favoritas.
¿Vos la conoces?, ¿la has probado?
Si no es así, por favor, no dejes de hacer ésta receta.
4 cebollas cortadas en juliana
4 cucharadas de aceite
2 cucharadas de manteca
2 cucharadas de harina
1/4 taza de vino blanco
1 litro de caldo de verdura caliente
1 cucharadita de azúcar
2 hojas de laurel
1 ramita de tomillo
Sal y pimienta
Unas rodajas de pan baguette
Aceite de oliva.
Un diente de ajo.
Colocar la cebolla cortada en julianas junto a las 4 cucharadas de aceite y la manteca en una cacerola.
Cocinar a fuego suave, hasta que empiece a caramelizarse, revolviendo de vez en cuando, para que no se queme ni se pegue.
Cuando la cebolla está tierna y de color amarronado, agregar 2 cucharadas de harina, y revolver bien.
Cocinar por un 1 minuto , a fuego suave para no quemarlo.
Agregar 1/4 taza de vino blanco, revolver enseguida, se irá formando como una crema.
En este momento, agregar el litro de caldo de verdura caliente, y mezclar bien.
Agregar 1 cucharadita de azúcar, 2 hojas de laurel, y 1 ramita de tomillo.
Sazonar con sal y pimienta.
Dejar reducir a fuego suave por unos 30 a 45 minutos aproximadamente. El caldo tomará una consistencia más densa, y un color amarronado.
Por otro lado, colocar en el horno unas rodajas de pan baguette, con un chorrito de aceite de oliva. Dejar dorar.
Al retirarlo, frotar las tostadas con un diente de ajo.
Colocar la tostada en el fondo de un plato, sobre ella una rodaja de un queso cremoso, tipo cuartirolo.
Sobre ella, servir la sopa bien caliente. El calor del caldo, fundirá el queso, y ablandará el pan.
La sopa de cebolla es de origen francés, y en sus orígenes, en la época de la revolución francesa, e incluso antes, era el alimento básico de la población más pobre, ya que constaba de ingredientes sencillos y ecónomicos.
Con el correr de los años, comenzó a incorporarse en la zona de las Halles, como un plato caliente para todos aquellos que trasnochaban en la city parisina.
En la actualidad, cada restaurante en Paris, cuenta con una versión de la “soupe a l’oignon”.
"Las recetas no funcionan a menos que utilices tu corazón. "